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Celia: “¡Ningún sanitario había valorado el frenillo de mi hija!”

Mi nombre es Celia. Tengo 31 años. En junio de 2020 fui mamá por primera vez de una niña. Nació 3 semanas antes de lo previsto. Pesó 2.470 kg.

La segunda noche de hospital, la niña se llevó mamando y llorando cada 15 minutos desde las 22h hasta las 4h de la mañana. Me dolían muchísimo los pezones, y ya empezaba a hacerme heridas A esa hora llamé a enfermería. Según ellas la niña tenía hambre, porque no me había subido aún la leche. Así que me dieron un biberón y me dijeron que le diera 10ml.  También me dijeron que el dolor de los pezones era normal porque tenía que hacer callo.

A los 3 días salimos del hospital con casi 2,200 kg. Había perdido más del 10% del peso de nacimiento. El pediatra me recomendó una ayuda de biberón después del pecho durante la primera semana para que la niña no tuviera que entrar en fototerapia.

A la semana, fui bajando dosis de biberón, pero la niña empezó a llorar antes, durante y después de las comidas. Entonces empecé a sospechar que pudiera ser APLV ya que yo lo había sido. Fuimos a urgencias. La pediatra le cambió la leche de fórmula, a leche hidrolizada,  y me dijo que llevará una dieta exenta de APLV.

La niña mejoró notablemente con el cambio de leche, pero mi lactancia iba cada día peor. La niña no había recuperado el peso que había perdido en el hospital. Además, empezó a rechazar el pecho, no conseguía que mamara más de 10 minutos seguidos porque se me quedaba dormida. Ya habían pasado 3 semanas. Mis pechos seguían con heridas desde el día que nació. Aun así, seguí intentando amamantarla, con heridas, con cremas,  con pezoneras y con dolor intenso, en cada toma, durante una semana más. A mitad de julio decidí que no podía más y dejé la Lactancia Materna. Yo había empezado a llorar a diario, sentía que iba a entrar en una depresión post parto por lo que estaba viviendo.

Meses más tarde, mi prima me dijo que había un grupo de WhatsApp  de apoyo a la Lactancia Materna, al que entré aunque ya no lactaba. Una vez dentro, una mamá comentó algo del frenillo y fue cuando descubrí que el frenillo podía interferir en la Lactancia. NADIE me había hablado de ello. NADIE había sospechado del frenillo… ¡¡NINGÚN SANITARIO HABÍA VALORADO EL FRENILLO DE MI HIJA!!

Tan sólo mi hermana me dijo que le mirara el frenillo a la niña porque se le derramaba el biberón por los lados. (Mi sobrina había sido intervenida en un centro privado con 22 meses de un frenillo corto tipo 3, ya que los sanitarios de la seguridad social negaban la existencia de tal frenillo). Ante la sospecha de mi hermana, decido hablar con Mimi, mando vídeo y me confirma la existencia de un frenillo corto. Mi hija ya tenía 4 meses. Me recomienda la visita a la Dra. Carmen Vega, quien me confirma un frenillo corto tipo 2-3 muy elástico. No me recomienda cortar para salvar la lactancia, puesto que ya había dejado la LME y aún con lactancia artificial, la frenectomía no iba a solucionar mucho más.

Tengo que destacar que la niña estuvo retorciéndose día y noche desde que nació hasta los 5 meses. La llevé a fisios y las terapias no hacían mucho. Carmen Vega me dijo que todos los problemas de gases podrían ser causados por el frenillo sublingual corto.

Actualmente, la niña tiene 7 meses, ya estamos con Alimentación Complementaria.

Por la experiencia que he vivido,  NO me planteo tener otro bebé, aunque sé que mi experiencia habría sido muy diferente si el frenillo se hubiera detectado y tratado a tiempo.

Agradecer a todas las mamis del grupo, y por supuesto, en especial a Mimi, por ayudarme en todo lo que han podido. Haber perdido la oportunidad de dar Lactancia Materna Exclusiva, es, y de momento será, una frustración que llevo como mamá.

¡EL FRENILLO DEBERÍA SER VALORADO, DESDE EL NACIMIENTO, POR LOS SANITARIOS (PÚBLICOS Y PRIVADOS) QUE TRABAJAN CON LOS BEBÉS Y SUS MAMÁS!

¡Gracias por leerme!