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Tamara: “Un día mi hijo me hizo el mejor regalo del mundo…”

Tuve un parto muy largo. Duró unas 23 horas desde que rompí la bolsa. Fue un parto instrumentalizado. Usaron ventosa y me hicieron episiotomía. Además sufrí una  hemorragia que me dejó con una anemia severa.

Héctor nació muy cansadito a la 1’30 am. Con la ayuda de la matrona, se agarró del pecho en las horas de recuperación tras el parto. Pero fue una toma muy corta, enseguida soltó el pecho y se quedó dormido.

Estando en la habitación yo seguía intentando darle su teti. Durante las primeras 24 horas, casi no comía y pasaba mucho tiempo dormido. Como madre primeriza no sabía qué hacer. A pesar de lo poco que comía ya tenía los pezones agrietados. Según los médicos, debía usar pezoneras porque tenía el pezón plano. También me dijeron que como mi hijo era “un poco vago” debía darle un biberón de fórmula cada 3 horas, sí o sí, y entre toma y toma que le diera la teta. Según ellos, mi hijo no tenía frenillo sublingual corto. Debo decir que en el Hospital nadie me ayudo con la lactancia.

Yo tenía claro que quería darle a mi hijo leche materna y por eso seguí intentándolo, pero no había manera de que se agarrara al pecho. Por eso tuve que optar por comprar un sacaleches para alimentar a mí bebe con leche extraída hasta el día de la cita con la matrona.

Cuando llego el día, le dije a la matrona lo que me pasaba y todo lo que me dijeron en el hospital. Ella lo corroboraba: es que tienes el pezón plano, es que tu niño es vago, es que tienes el pecho muy grande, y no,  ¡tú niño no tiene frenillo!

Con la matrona conseguimos que se agarrara al pecho, pero me faltaban manos para hacerlo yo sola. Cuando le dije la cantidad de leche que me había extraído esa mañana, me dijo que estaba muy bien, que si quería podía seguir con el sacaleches, que me sacara cuando necesitara hasta vaciar el pecho, y que lo suplementara con formula como estaba haciendo hasta ese día. Y  así estuve durante tres meses y medio, a base de sacaleches, con varios inicios de mastitis, lactancia en diferido y mixta.

Sin embargo, nunca deje de intentarlo. Cada cierto tiempo, mientras esperaba a que el papá le preparara el bibi, yo lo intentaba sin éxito alguno… ¡Era muy frustrante! Querer dar teta con todas tus fuerzas y por desinformación no poder hacer, o no saber qué hacer.

Pero un día, un 7 de enero, mi hijo me hizo el mejor regalo del mundo: mientras papá le iba a preparar el bibi lo volví a intentar una vez más y ésta vez ¡mi niño se agarró al pecho! No me lo podía creer…

Aún recuerdo cuando os lo contaba en el grupo de WhatsApp, con toda la emoción y los miedos del mundo porque no comiera suficiente… porque no cogiera peso…

Recuerdo que Mimi me recomendó usar un relactador, pero desde el día que Héctor se cogió el pecho lo rechazaba todo: el bibi, el relactador, la jeringa, la cuchara y hasta el chupete, cosa sin la que era incapaz de dormir… ¡Ahora sólo quería teta, teta y más teta!

Tenía miedo porque no ganara peso, pero siempre ganaba. Él se desesperaba porque sus ansias por agarrarse y su poca fuerza en la succión hacían que se le escapara la teta, así que me pegaba muchos tirones y de ahí llego mi amiga la perla de leche…

Nunca nadie le había valorado a mi niño el frenillo, porque según varios médicos no tenía frenillo, pero con la ayuda de Mimi,  y otras mamis del grupo, supe que mi hijo sí que tiene un frenillo sublingual corto. Aunque no parecía limitante, porque tenía mucha movilidad en la lengua,  no me asegurabais que no diera problemas en un futuro.  Cómo el frenillo no estaba siendo un problema para la lactancia, decidí no hacer la frenectomía entonces.

A día de hoy, Héctor tiene casi 16 meses. Acaba de cumplirse un año desde aquel 7 de enero. Él crece sano y feliz, “adicto” a la teta y a mamá.  

Hoy miro el sacaleches y aun lloro, sólo de acordarme de esa alarma que me despertaba de madrugada para extraer leche mientras me moría de sueño…

Lo mejor que me pudo pasar en la vida fue llegar a vuestro grupo y no me va a alcanzar la vida para poderles agradecer toda la ayuda que me brindaron.

¡Gracias Mimi por toda tu ayuda y por todos tus consejos!