
El dueño de esta boquita es el hijo de Andrea y esta es su historia:
«Nació con frenillo. Desde el mismo principio tuvo problemas con el agarre y su mami sentía dolor en el pezón. Le decían que era normal. Tenía todos los síntomas de un bebé con frenillo: tomas interminables pues nunca se saciaba, bajo peso, cacas verdes (al no poder vaciar el pecho tomaba mucha leche del principio que contiene más lactosa y es más indigesta) y reflujo continuo.
Debido a toda esta sintomatología sus padres visitaron a 3 pediatras diferentes, sí, a 3 pediatras. Ninguno fue capaz de detectar el frenillo.
Sus padres deciden incluso contratar a una Asesora de Lactancia a la que comentan su sospecha de que tenga frenillo, ella miro la boca del bebé y les dijo: ¡Olvídense de eso, su bebé no tiene frenillo!
Cuando el bebé tenía 3 meses, le ve un fisioterapeuta que ve el frenillo, pero les dice: si no le da problemas en su día a día es que no le está interfiriendo, así que ¡no le den más vueltas! ¿Te parece que no le estaba interfiriendo?
El bebé sigue creciendo, con su reflujo medicado, con sus cacas verdes y con sus noches interminables, para él y para sus padres, pues no podían ni tumbarle.
A los 6 meses aparece una herida bajo la lengua que ve otra Asesora y le dice: que es un frenillo que se ha cortado sólo… ¿Sólo? ¿Puede un frenillo, con componente submucoso, cortarse sólo? Fue entonces cuando a través de una foto, veo su legüita por primera vez y contacto con su madre para contarle lo que he visto. Le derivo a un profesional, que le interviene 2 días después, con 6 meses. Resultado: La succión cambia casi al instante.
Sus cacas pasan de verdes a amarillitas con grumitos. ¡Normales por fin!
En 1 semana, ganó 400 g. El reflujo desaparece y retiran la medicación. Ya puede dormir en horizontal.”
Les cuento la historia real de este bebé porque prácticamente ha padecido todos los problemas o consecuencias que conlleva tener una frenillo lingual corto o anquiloglosia (Restricción del movimiento normal de la lengua), y porque me parece sumamente importante dar visibilidad a este obstáculo que se encuentran muchas madres, y bebés, cuando inician su lactancia. Desgraciadamente, las madres que se encuentran con él, en su gran mayoría, se sienten totalmente perdidas, solas, sin saber qué pasa, sin saber por qué su lactancia no está siendo tan maravillosa como esperaba, sin saber por qué no es capaz de conseguir un agarre sin dolor, sin saber por qué su bebé no gana suficiente peso o incluso lo pierde, sin saber por qué su bebé llora, y llora, si lo despega del pecho, sin saber por qué su bebé se atraganta al comer…
Un bebé con anquiloglosia tiene una restricción o limitación en su lengüita que no le permite exprimir el pezón contra el paladar, es decir, no es capaz de ordeñar correctamente el pecho.
Los síntomas que pueden aparecer son los siguientes:
- Dolor en los pezones, grietas y/o heridas
- Tomas muy largas o interminables
- Hipogalactia por falta de un estímulo adecuado en el pezón
- Hipergalactia debida al agarre superficial
- Aumento del reflejo de eyección
- Obstrucciones y/o mastitis de repetición por succión ineficaz
- Perlas de leche
- Síndrome de Raynaud en los pezones
- Mal agarre o pezón que se resbala y escapa continuamente
- Chasquidos durante las tomas
- Leche que se sale por las comisuras
- Pérdida de peso o baja ganancia
- Ictericia por baja ingesta de leche
- Cólicos y reflujo por tomar demasiada leche del inicio de la toma
- Regurgitaciones tras las tomas
- Atragantamientos continuos durante las tomas
En algunos casos, la lactancia va bien, las tomas nos son dolorosas ni extremadamente largas, el bebé gana peso… Sin embargo, es probable que aparezcan signos compensatorios (el bebé usa otros músculos para conseguir extraer la leche que necesita) que nos pueden hacer sospechar que existe una anquiloglosia:
- Callo de Lactancia en el labio superior e inferior
- Cachetes de Trompetista (musculatura excesivamente desarrollada)
- Lengua Blanca (no se limpia contra el paladar)
- Retrognatia o mentón retraído
- Lengua que permanece en el suelo de la boca durante el llanto
- Bebé que duerme con la boca abierta y con la lengua abajo
- Paladar muy alto u ojival
- Asimetría facial
El hecho de que aparezcan estos signos compensatorios aumenta mucho las probabilidades de padecer otros problemas no relacionados con la lactancia:
- Dificultad para formar el bolo alimenticio
- Problemas de deglución
- Problemas respiratorios: respiración oral, apnea del sueño…
- Hipertrofia de amígdalas y adenoides
- Otitis de repetición
- Dificultad para pronunciar ciertos fonemas
- Paladar Ojival
- Apiñamiento dental
- Desviación nasal
- Dificultad para lamer y/o besar
- Dolor cervical
- Cefalea
- Dolor lumbar
Existen varios tipos de frenillos. Hay algunos que se ven a simple vista y otros que no. Podemos sospechar por los síntomas y signos su existencia, pero solo podremos confirmarlo con un diagnóstico visual y táctil. Además, es necesario valorar la movilidad, la funcionalidad, la longitud y su consistencia. Para esto es imprescindible palpar, ya que el frenillo NO SIEMPRE se ve, pero SIEMPRE se palpa.
Es imprescindible que la valoración y el diagnóstico sea realizado por un profesional especializado en frenillos y anquiloglosia (Logopeda, Maxilofacial, Otorrinolaringólogo…), o que al menos tenga formación y experiencia para detectarlo. Esto es sumamente importante pues no todos los profesionales (pediatras, enfermeras de pediatría, matron/as…) están capacitados y mucho menos, informados de sus consecuencias durante la lactancia o después de ella. En este campo, como en la lactancia, existe muchísima desinformación, que les hace minimizar la importancia que en realidad tiene. Podrían soltarte perlitas del tipo: “Tiene un poco de frenillo, pero eso no afecta a la lactancia”, “Si puedes aguantar un poco el dolor aguanta, que cuando le crezca la boca te dejará de hacer daño en el pezón”, “Si no se llena con la teta debes dar una ayudita, porque debe ser que tienes poca leche” y muchas más.
Si la valoración determina que el frenillo es limitante, la solución definitiva es la frenectomía, aunque existen algunas técnicas que podrían ayudar al bebé a comer mejor y a la madre a sentir menos dolor: diferentes posturas para conseguir un mejor agarre, compresiones mamarias que ayudan al bebé a conseguir más leche, pezoneras, terapia miofuncional, terapia cráneo sacral…
Cada familia debe decidir cómo sortear este obstáculo, algunas prefieren intervenir y otras no. En caso de hacerlo, es importante informarse adecuadamente, pues tras la frenectomía es imprescindible hacer ejercicios y masajes para evitar que el corte pueda pegarse y para rehabilitar todas las funciones. Para ello, mi recomendación es ponerse en manos de un logopeda especialista en terapia miofuncional ya que nos indicará el mejor camino a seguir en función de las necesidades concretas de nuestro bebé.
Recuerda: Si sientes que éste en tu caso, y necesitas ayuda no dudes en pedirla. No todo está perdido. Tu lactancia puede salvarse. ¡La lactancia no duele!